Pensamos en el futuro, claro que lo hacemos, pero cuando se tiene una crisis tanto la enfermedad como los medicamentos te quitan fuerza mental, caes es un agujero de inseguridades, desconfianza y baja autoestima.
Piensas que no valía nada de lo que te decían, que tu pensabas que te recuperarías sin más, que todo se solucionaría por sí solo y no es así. En esos momentos sí necesitamos que nos obliguen a hacer cosas, porque si nos dejamos llevar, la enfermedad nos arrastra hasta lo más profundo.
Cuando tienes una crisis el mundo y la vida se rompen y la mayoría de las veces se pierde a los allegados.
En mi caso lo único que me quedó fue la familia, pero a pesar de ello me costaba hablar con mis familiares ¿por qué? Creo que influyen varios factores. Por un lado la enfermedad te deja tan abatido, con apatía, malesta… que no quieres saber nada de nadie ni del mundo. Por otro lado los pensamientos negativos, piensas solo en tus cosas, cosas nada buenas y te creas un mundo en el caos por la baja autoestima, la inseguridad…
Si me preguntas como se puede ayudar a un familiar con esta enfermedad diré que la persona tiene que llegar a entender que todo lo que se hace es por su bien y no en su contra, hay que distraer su mente, ocupar el tiempo con tareas y actividades (a mí me ayudó mucho la música y la lectura), crear un rutina (en este sentido me ayudaron mucho los servicios sociales y las asociaciones) y animar a luchar, él solo o con ayuda, aunque no tenga ganas o se encuentre mal, tiene que hacerlo porque la enfermedad no se va a superar por si sola. Y sobre todo paciencia, no se consigue nada de la noche a la mañana, yo tardé 10 años en superar la apatía y las inseguridades y a día de hoy aún tengo que ser paciente.
El pasado día 8 de Marzo, Día Internacional de las Mujeres, tuve la suerte de participar en el acto que con este motivo organizo AVIFES en la Sala Rekalde junto con otras mujeres con enfermedad mental, profesionales de AVIFES y mujeres con distintas profesiones y ocupaciones relevantes. Me siento feliz, sin vosotras y sin vuestro trabajo no hubiese sido posible.
GRACIAS, MIL GRACIAS por hacernos sentir así: Ciudadanas de primera, sin adjetivos, personas, mujeres valientes, que cuando caen se levantan una y otra vez y continúan. Y luchan, luchan contra todo lo que les echen, que en ocasiones es mucho.
GRACIAS a todas!!
Aterrice en AVIFES y más concretamente en AURRERAKA por un hermano. El dejo un folleto en la mesa por si podría interesarme y yo casi no lo iba a leer, porque pensé: “Bueno una cosa más. Después de 39 años de aquí para allá, de terapias de todo tipo, de profesionales distintos, que me puede aportar esto de nuevo, de distinto?”
Pero solo, solo por no hacerle un desplante cogí el teléfono y llame y ahí se abrió algo inimaginable para mí, no esperado. Personas abiertas a mí, a lo que yo podía aportar.Según ha ido pasando el tiempo y he ido abriéndome, he ido descubriendo a personas, a personas maravillosas, a un grupo que trasmite amor, apertura y empatía, cada uno a su manera, cada cual conforme a su edad, a su situación personal y por ello me sorprendo cada día.
En este proyecto estoy ahora, no he terminado el camino pero les debo tanto a ellos y a ellas.
¡GRACIAS COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS DE AURRERAKA!
¡GRACIAS AVIFES!
Llevo 14 años con la enfermedad y enclaustrado en casa durante buena parte de esos años sin ganas de salir ni de hacer nada, pero un día gracias a mi familia descubrí AVIFES.
Ellos me ayudaron a realizar distintas actividades, relacionarme con otra gente y romper con el estigma de la enfermedad mental, porque todavía hay una parte de la sociedad que nos margina y AVIFES rompe con todo esto.
Por ello quiero dar las gracias a AVIFES y a los profesionales de salud mental.
Estoy sumamente agradecido por la solidaridad y el compañerismo que hay en el equipo. ¿Lo que más me gusta? Cómo nos cuidamos y preocupamos los unos por los otros y el compromiso de Avifes, siempre atentos a nuestra situación. De Gorantza me quedo con la convivencia, las caras de amigos y las horas intensas.
Hace 13 años que convivo con una enfermedad mental, y desde hace 7 entreno en el equipo de fútbol de Avifes. El deporte, el fútbol, el equipo, Avifes, me ayudan a sentirme bien, a estar acompañado, a no estar en casa y conocer gente nueva.
Me encanta participar en la liga de Euskadi y en los campeonatos nacionales, te hacen sentir vivo, que has recuperado parte de una vida que creías perdida.
Estaba muy deprimido, llevaba una vida muy sedentaria. Al principio tenía bastantes prejuicios apuntarme a Gorantza, pero dije “bueno, voy a probar” y ya veremos”, y la verdad es que luego me gustó.
El deporte, me da paz, me ayuda a desconectarme de la vida cotidiana, me da libertad, me aporta tantas cosas que es imposible numerarlas todas. Gorantza es fuerza, hay un sentimiento de grupo que necesitaba tener; me llena mucho, me hace sentir que pertenezco a algo y que compartimos una meta común, y eso me sienta muy bien, me da mucha felicidad. Nunca me olvidaré de la primera expedición que hice con Gorantza en el Valle de Tena en Pirineos. El ambiente entre nosotros ya era bueno desde que salimos de Bilbao. Nos alojamos en un pueblo precioso, llegamos a unos bungalows con un lujo… te asomabas y las vistas eran preciosas. En ese viaje conecté a tope con la vida: Hicimos cumbres de 2000 metros, la sensación de grupo, charlando, compartiendo experiencias, conviviendo… vine con las pilas cargadísimas y a partir de ese viaje aprovechamos para quedar por nuestra cuenta además de las salidas con Gorantza