¿Vagos? ¿Personas violentas? ¿Culpables? El estigma constituye una pieza clave en la calidad de vida de estas personas. Las experiencias de discriminación van precedidas de los prejuicios existentes respecto al trastorno mental: culpabilización, vagancia, peligrosidad, etc. Y estos tópicos han sido magnificados como consecuencia de la falta de información y la ignorancia y las ideas preconcebidas.
El gran desafío es dar a conocer nuestra realidad, superando los mitos, los miedos, los estereotipos que rodean a la enfermedad mental y que se han perpetuado a lo largo del tiempo y que tanto dificultan la aceptación de la enfermedad mental no solo por parte del que la padece, sino por parte de la familia y de la sociedad.
¡ACOMPAÑANOS A DESMONTAR MITOS!
Sí. En el origen de la enfermedad mental se sabe que existe una predisposición genética, pero también una serie de desencadenantes de dicha enfermedad, que tienen que ver con el estilo de vida, conductas de riesgo y acontecimientos vitales, y con cómo éstos afectan a cada persona.
Es una enfermedad crónica y como tal las personas deberán seguir un tratamiento para mantenerse estables y evitar las recaídas. Con los tratamientos existentes y facilitando a la persona los apoyos necesarios, puede vivir de forma independiente y alcanzar sus objetivos personales y, con ello, una buena calidad de vida.
Las personas que sufren un trastorno mental grave presentan tanto sintomatología positiva (delirios, alucionaciones, etc) como sintomatología negativa (apatía, aislamiento, baja tolerancia a situaciones de estrés,…). No todas las personas presentan los mismos síntomas ni en la misma intensidad. Existe una tendencia general a pensar que son personas “incapaces” física e intelectualmente de realizar muchas tareas de la vida diaria pero con los apoyos adecuados (recursos, servicios, programas, medicación, terapia, etc.) son capaces de alcanzar una vida normalizada.
Depende de cada caso particular. El seguimiento del tratamiento y de las indicaciones terapeúticas es condición necesaria pero no suficiente para asegurar una buena evolución, ya que los acontecimientos vitales que le toque vivir a la persona, y los apoyos con los que cuente también tienen su influencia. Se sabe que hay ciertas condiciones que mejoran el pronóstico, pero también hay muchas variables subjetivas que influyen en el mismo y que no son controlables.
Una persona con enfermedad mental puede vivir sola contando con los apoyos necesarios que respondan a su situación personal. Encontramos diferentes realidades, personas que viven solas, personas que comparten piso con apoyo profesional, etc. Cada persona debe tener en cuenta su situación y los apoyos con los que cuenta.
El trabajo es una buena opción para muchas personas que encuentran en él una motivación importante. Pueden desempeñar cualquier trabajo que se adecue a sus habilidades y/o formación y que no implique un elevado grado de estrés o presión.
Indudablemente la inserción laboral es una asignatura pendiente en este colectivo. Es tan importante obtener un empleo como mantener el que ya se tenía cuando aparece la enfermedad. Es primordial, siempre que la persona quiera trabajar, apostar por ello y buscar aquellos empleos que se ajusten mejor a la situación de cada persona.
Sí. Una persona puede presentar la manifestación de varias enfermedades mentales.
Sí, una persona puede presentar varios cambios en los diagnósticos a lo largo de su vida.
Poder diagnosticar y poner nombre a la enfermedad mental resulta complejo, ya que:
- La persona tiene que cumplir con criterios para la clasificación.
- Estos criterios, además tienen que permanecer una temporalidad.
- Hay síntomas de una y otras enfermedades que se pueden solapar.
- Hay momentos vitales en los que la sintomatología predominante va variando, lo cuál puede llevar a la modificación del diagnóstico.
Por ello resulta complejo poder hacer un diagnóstico diferencial que sea único en la vida de la persona.
A cualquier edad. Es frecuente que aparezcan durante la adolescencia o los primeros años de la edad adulta, pero la persona es susceptible de desarrollarla a cualquier edad.
No, las enfermedades mentales no están relacionadas con la capacidad intelectual.
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